Cuando vemos las cosas, enfocamos los objetos como una cámara de última tecnología, de tal forma que nuestro centro ocular de atención, resalta el objeto enfocado, con lo que las demás cosas susceptibles del campo de visión, se difuminan y pasan a ser los "actores secundarios" de la "escena".
A este tipo de visión, la podemos llamar visión central.
Pero podemos utilizar otro tipo de visión, menos práctica en muchos casos, pero mucho más eficiente en otros muchos casos, y que además nos puede dar una idea de la complejidad y eficacia de nuestro cuerpo.
Vamos a hacer lo siguiente:
- Tal como estamos sentados delante de la pantalla, vamos a cerrar los ojos unos segundos Lo que intentamos es relajar nuestros órganos oculares para así someterlos a otro tipo de visión que nos va a sorprender.
Ahora ya puedes abrir los ojos lentamente, pero esta vez no vamos a "enfocar" en nada particular.
Intentemos "aflojar" los ojos sin determinar o poner nuestra atención en ningún punto en concreto, diríamos que los vamos a dejar atontados, sin fuerza. Notareis como se emborrona el monitor y todas estas letras que ahora mismo estas leyendo y si el ejercicio está bien hecho, veréis cómo al dejar sin enfoque los ojos, éstos intentan enfocar automáticamente. Es normal, no están acostumbrados a que les dejemos a su aire, pero pasados unos minutos, veréis como toda la zona que antes permanecía "desinteresada", de repente cobra una lucidez especial. En ese estado de embobamiento ocular podréis notar que todo lo que vuestro campo de visión abarca, es claro, y notáis como "todo" queda abarcado por el campo visual y por consiguiente por nuestra mente.
A este tipo de visión, la podemos llamar visión periférica.
Ahora hablemos de la mente, y de cómo podemos extrapolar la idea de la visión con la misma idea pero esta vez con la mente.
Normalmente nos pasamos el día mentalmente centrados en alguna idea, que circula por nuestra cabeza. Y pasamos de un objeto a otro, de forma mental y nos quedamos con él y nos sumergimos en tal o cual idea, y a veces estamos tan imbuidos en ese objeto de pensamiento, que pasa desapercibido "todo" el resto de cosas.
Podemos denominar este tipo de conducta como mente central.
Pero también utilizamos mucho otra forma de utilizar nuestra mente, y os puedo poner un ejemplo muy cotidiano:
Cuando coges el coche, con un tripulante que está al lado del conductor, y tienes una conversación con el de al lado, y estás enfrascado en ella, pero sin pensarlo, paras en los semáforos, cambias de carril y no te equivocas de calle ni tienes ningún problema en llegar a tu destino. Pero no podrías decir cómo llegaste, pues estabas tan metido en la conversación que ha permanecido "trasparente" a tu consciencia.
Podemos denominar a este tipo de conducta como mente periférica.
Pues bien, la mente periférica, la que te lleva a casa mientras estás enfrascado en la conversación con tu amigo copiloto, es la misma que hace que tus pulmones se ensanchen, tu corazón bombee cada cierto lapso de tiempo, y tus riñones filtren los líquidos que ingieres.
O ES DIOS?
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domingo, 29 de julio de 2012
domingo, 15 de julio de 2012
Vegetarianismo, carnivorismo...
La vida vegetariana me parece una de las cosas más saludables que podemos hacer y lo aplaudo aunque a mi personalmente me cueste vivir de este modo.
Entiendo el estado del pensamiento en el que un vegetariano, además de "ser lo que se come" y construirse más salud y bienestar físico y alargamiento de la vida, si no hay otros componentes que lo impidan, ecuentre un estado de gracia, pero no comulgo con la idea de que hay una diferencia entre animal y vegetal.
Parto de la idea (individual) de que cualquier ser sensible tiene una naturaleza y una consciencia. Así, la consciencia de una flor no es igual a la de un mosquito, pero es consciencia al fin y al cabo, en cuando nuestra composición de nivel cuántico, danza del mismo modo que la composición cuántica de cualquier cosa-suceso, independientemente de si está vivo o muerto (basado en una clasificación científica y física de los expertos).
De esta manera, la conjetura de no comer animal por compasión a un ser sensible, pierde valía por que un vegetal es, del mismo modo, un ser sensible también.
Así que habiéndose adaptado a un sistema en el que "matan animales por nosotros" por que muchos de nosotros no podríamos hacerlo en circunstancias normales, no así en las extremas, claro, debo decir que me encanta comer una buena chuleta o un filete de buey vuelta y vuelta, con la sangre aún fluyendo por el plato. Y sé que ha sido un ser sensible y sufriente, pero no dejo de ser un ser humano al que el gusta la sangre, así que, sea!
Pero me sucede lo mismo con la verdura tan querida por los vegetarianos. Me gusta comerla, pese a que también pienso que para comerme la planta, alguien ha decidido eliminar esta consciencia.
Entonces... ¿Hago mal comiendo carne, bajo mi punto de vista??
Creo que hay que respeta r muchísimo a los vegetarianos, pero también creo que nuestra existencia nos ha conferido de hambre herbívora y carnívora. Y rebajar el nivel de grasas animales es muy sano, pero lo que la carne tiene consigo no es nada despreciable también.
Viva la comida en general, está ahí para que lo comamos...
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Entiendo el estado del pensamiento en el que un vegetariano, además de "ser lo que se come" y construirse más salud y bienestar físico y alargamiento de la vida, si no hay otros componentes que lo impidan, ecuentre un estado de gracia, pero no comulgo con la idea de que hay una diferencia entre animal y vegetal.
Parto de la idea (individual) de que cualquier ser sensible tiene una naturaleza y una consciencia. Así, la consciencia de una flor no es igual a la de un mosquito, pero es consciencia al fin y al cabo, en cuando nuestra composición de nivel cuántico, danza del mismo modo que la composición cuántica de cualquier cosa-suceso, independientemente de si está vivo o muerto (basado en una clasificación científica y física de los expertos).
De esta manera, la conjetura de no comer animal por compasión a un ser sensible, pierde valía por que un vegetal es, del mismo modo, un ser sensible también.
Así que habiéndose adaptado a un sistema en el que "matan animales por nosotros" por que muchos de nosotros no podríamos hacerlo en circunstancias normales, no así en las extremas, claro, debo decir que me encanta comer una buena chuleta o un filete de buey vuelta y vuelta, con la sangre aún fluyendo por el plato. Y sé que ha sido un ser sensible y sufriente, pero no dejo de ser un ser humano al que el gusta la sangre, así que, sea!
Pero me sucede lo mismo con la verdura tan querida por los vegetarianos. Me gusta comerla, pese a que también pienso que para comerme la planta, alguien ha decidido eliminar esta consciencia.
Entonces... ¿Hago mal comiendo carne, bajo mi punto de vista??
Creo que hay que respeta r muchísimo a los vegetarianos, pero también creo que nuestra existencia nos ha conferido de hambre herbívora y carnívora. Y rebajar el nivel de grasas animales es muy sano, pero lo que la carne tiene consigo no es nada despreciable también.
Viva la comida en general, está ahí para que lo comamos...
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domingo, 8 de julio de 2012
Estados alterados de consciencia...
Lawrence Leshan, en su libro "Cómo meditar", habla sobre los "estados alterados de consciencia", refiriéndose al estado en el que entramos cuando accedemos espontáneamente y sin pretensión al contenido "oculto a nuestros ojos" de la mente. También dice que se puede llegar de varias formas, meditativas o con drogas. Y este escritor y científico nos descubre en este libro, una guia para el meditador, siempre haciendo hincapié en que es un camino arduo y laborioso el del individuo que quiere adentrarse en la "madriguera del conejo".
Pero, a pesar de que su libro me ha ayudado mucho a la hora de poder "crear" un sistema de meditación, sobretodo al principio, creo que hay varias ideas que se me escapan y que quiero poner aquí encima, en el tapete.
¿Quién le dijo al señor Leshan que el estado meditativo es un estado alterado de consciencia?
Es posible que el estado alterado de consciencia sea el que tenemos "normalmente", cuando ansiamos, deseamos y nos desequilibramos cuando no obtenemos lo que queremos o cuando perdemos lo que teníamos.
O sea, que es posible, que el estado meditativo sea el "estado original", el del ser humano que reacciona sin dobles pensamientos, que se mueve espontáneamente y no tiene ningún fin en la vida aparte de "ser tal", tener una consciencia clara y real del momento "que sucede".
Sea como fuere, sólo es el revoloteo de mis mariposas mentales, pues... ¿qué diferencia podría haber entre un estado u otro?
Es la linea que sucede entre un estado, el del deseo samsárico y "humano-social", y el otro estado, el del limbo-atento, de un estado "humano-transpersonal", la que resultará ser la linea perfecta, posiblemente. Y posiblemente inalcanzable, pues ya estamos en ella, y no se puede alcanzar lo que se asienta bajo nuestros pies...
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Pero, a pesar de que su libro me ha ayudado mucho a la hora de poder "crear" un sistema de meditación, sobretodo al principio, creo que hay varias ideas que se me escapan y que quiero poner aquí encima, en el tapete.
¿Quién le dijo al señor Leshan que el estado meditativo es un estado alterado de consciencia?
Es posible que el estado alterado de consciencia sea el que tenemos "normalmente", cuando ansiamos, deseamos y nos desequilibramos cuando no obtenemos lo que queremos o cuando perdemos lo que teníamos.
O sea, que es posible, que el estado meditativo sea el "estado original", el del ser humano que reacciona sin dobles pensamientos, que se mueve espontáneamente y no tiene ningún fin en la vida aparte de "ser tal", tener una consciencia clara y real del momento "que sucede".
Sea como fuere, sólo es el revoloteo de mis mariposas mentales, pues... ¿qué diferencia podría haber entre un estado u otro?
Es la linea que sucede entre un estado, el del deseo samsárico y "humano-social", y el otro estado, el del limbo-atento, de un estado "humano-transpersonal", la que resultará ser la linea perfecta, posiblemente. Y posiblemente inalcanzable, pues ya estamos en ella, y no se puede alcanzar lo que se asienta bajo nuestros pies...
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