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domingo, 29 de julio de 2012

Centro, periferia...

Cuando vemos las cosas, enfocamos los objetos como una cámara de última tecnología, de tal forma que nuestro centro ocular de atención, resalta el objeto enfocado, con lo que las demás cosas susceptibles del campo de visión, se difuminan y pasan a ser los "actores secundarios" de la "escena".

A este tipo de visión, la podemos llamar visión central.

Pero podemos utilizar otro tipo de visión, menos práctica en muchos casos, pero mucho más eficiente en otros muchos casos, y que además nos puede dar una idea de la complejidad y eficacia de nuestro cuerpo.

Vamos a hacer lo siguiente:

- Tal como estamos sentados delante de la pantalla, vamos a cerrar los ojos unos segundos Lo que intentamos es relajar nuestros órganos oculares para así someterlos a otro tipo de visión que nos va a sorprender.
Ahora ya puedes abrir los ojos lentamente, pero esta vez no vamos a "enfocar" en nada particular.
Intentemos "aflojar" los ojos sin determinar o poner nuestra atención en ningún punto en concreto, diríamos que los vamos a dejar atontados, sin fuerza. Notareis como se emborrona el monitor y todas estas letras que ahora mismo estas leyendo y si el ejercicio está bien hecho, veréis cómo al dejar sin enfoque los ojos, éstos intentan enfocar automáticamente. Es normal, no están acostumbrados a que les dejemos a su aire, pero pasados unos minutos, veréis como toda la zona que antes permanecía "desinteresada", de repente cobra una lucidez especial. En ese estado de embobamiento ocular podréis notar que todo lo que vuestro campo de visión abarca, es claro, y notáis como "todo" queda abarcado por el campo visual y por consiguiente por nuestra mente.

A este tipo de visión, la podemos llamar visión periférica.






Ahora hablemos de la mente, y de cómo podemos extrapolar la idea de la visión con la misma idea pero esta vez con la mente.
Normalmente nos pasamos el día mentalmente centrados en alguna idea, que circula por nuestra cabeza. Y pasamos de un objeto a otro, de forma mental y nos quedamos con él y nos sumergimos en tal o cual idea, y a veces estamos tan imbuidos en ese objeto de pensamiento, que pasa desapercibido "todo" el resto de cosas.

Podemos denominar este tipo de conducta como mente central.

Pero también utilizamos mucho otra forma de utilizar nuestra mente, y os puedo poner un ejemplo muy cotidiano:

Cuando coges el coche, con un tripulante que está al lado del conductor, y tienes una conversación con el de al lado, y estás enfrascado en ella, pero sin pensarlo, paras en los semáforos, cambias de carril y no te equivocas de calle ni tienes ningún problema en llegar a tu destino. Pero no podrías decir cómo llegaste, pues estabas tan metido en la conversación que ha permanecido "trasparente" a tu consciencia.

Podemos denominar a este tipo de conducta como mente periférica.

Pues bien, la mente periférica, la que te lleva a casa mientras estás enfrascado en la conversación con tu amigo copiloto, es la misma que hace que tus pulmones se ensanchen, tu corazón bombee cada cierto lapso de tiempo, y tus riñones filtren los líquidos que ingieres.

O ES DIOS?

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2 comentarios:

  1. recuerdo cuando practicaba SHORINJI KEMPO y utilizabamos la vision central enfocada en los ojos (el alma) del contrario/compañero y la vision periferica al resto...me has recordado a ese "ejercicio" y por supuesto a su "aplicación" mental.
    un abrazo
    y gracias por otro equeño eureka

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  2. Gracias a ti, antonio. No es tan importante lo expresado sin un receptor adecuado. Gracias por tu habilidad receptiva. Un abrazo.

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